Rebuscando en mis sobres de fotos he seleccionado estas tres que muestran a las claras como la educación que me dieron mis padres me marcó para el resto de mi vida, definiendo tres de las pasiones que me han acompañado a lo largo de todo este tiempo.
Primero, las armas de corto y medio alcance, de gran calibre y el mundo de la balística en general; segundo, los coches y de forma más amplia el apasionante mundo del motor; y por último el sentar la cabeza, el mantener un equilibrio vital y lograr una visión correcta del mundo que me rodea.

De ahi la importancia de la educación en nuestros primeros días, esa que nos marca para los restos, como bien saben los pedagogos y educadores modernos.