Así define mi padre su canción favorita de Pink Floyd. A él no le hables de los nombres de los cantantes, guitarristas... ni siquiera de los títulos de las canciones. A él le mola aquella que hacía “uoooohh, chun, chun” y ya está. Por eso creo que se lo habría pasado tan bien como yo en el concierto al que fui ayer en Bikini: los Crazy Diamond. Qué más da si el cantante/guirra rítmica parece un híbrido de Syd Barrett con Aznar (que lo parece), si suenan más a Pink Floyd que los Floyd que siguen vivos y bien avenidos (pocos!)
El concierto empezó fuerte y fue a mejor. Las modestas diapositivas y vídeos que se proyectaban tras la banda (nada que ver con el despliegue de medios de los genuinos Pink Floyd) ubicaban al público en el álbum al que pertenecía cada canción; predominando las de The Dark Side of The Moon y The Wall, sin dejar de hacer un par de guiños al chalado de Barrett. Yo sólo eché de menos (por pedir que no quede) “Young Lust”.
Todos los músicos estuvieron muy acertados, pero la que realmente me rompió los esquemas fue Anna Oriols, corista de lujo que se nos metió en el bolsillo con su solo en The Great Gig in the Sky. Qué tipa, por favor, qué dominio del lírico, del blues... de lo que le salga de las narices. Salí de ahí preguntándome de dónde leches había salido y parece que lleva un carrerón por aquí (Steppin’grass, Mai, etc.)
En definitiva, disfruté como un cerdo en un lodazal. Os recomiendo la asistencia a sus bolos. Y, por cierto, mi padre hubiera estado contento. Empezaron el concierto con “la de la gaviota”, Echoes (del Meddle) para los listillos.
El concierto empezó fuerte y fue a mejor. Las modestas diapositivas y vídeos que se proyectaban tras la banda (nada que ver con el despliegue de medios de los genuinos Pink Floyd) ubicaban al público en el álbum al que pertenecía cada canción; predominando las de The Dark Side of The Moon y The Wall, sin dejar de hacer un par de guiños al chalado de Barrett. Yo sólo eché de menos (por pedir que no quede) “Young Lust”.
Todos los músicos estuvieron muy acertados, pero la que realmente me rompió los esquemas fue Anna Oriols, corista de lujo que se nos metió en el bolsillo con su solo en The Great Gig in the Sky. Qué tipa, por favor, qué dominio del lírico, del blues... de lo que le salga de las narices. Salí de ahí preguntándome de dónde leches había salido y parece que lleva un carrerón por aquí (Steppin’grass, Mai, etc.)
En definitiva, disfruté como un cerdo en un lodazal. Os recomiendo la asistencia a sus bolos. Y, por cierto, mi padre hubiera estado contento. Empezaron el concierto con “la de la gaviota”, Echoes (del Meddle) para los listillos.
3 comentarios:
qué se parece a Aznar dices? ¡Es él!
qué fuerte...
Bueno, algo bueno tenía que tener Aznar, no?
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