Me enamoré de ella la primera vez que la ví. Era la jefa de las animadoras, la chica más popular del instituto, y yo un recién llegado a la ciudad sin ningún tipo de estatus social. Dustin. Un completo desconocido.
Fueron tiempos de amor silencioso en clase de lengua, la única en la que coincidíamos. Apenas me atrevía a mirarla cuando caminaba por los pasillos, riendo con sus amigas y saludando a todo el mundo. Menos a mi. Mary Sue ni siquiera sabia que yo existía.
El mejor momento era a la salida, cuando la veía al otro lado de la acera con su cabello rubio agitándose por el viento y con los libros apretados contra su pecho, recorriendo el camino hacia la parada del autobús cuando ninguno de los capitanes del equipo de futbol se ofrecía para llevarla a casa. Era nuestro momento.
No sabría como explicar todo lo que sucedió. Un balón que se escapa del campo y se lo devuelves por encima de la valla. De repente resulta que tienes aptitudes para el futbol. Eres un deportista, un atleta. Todos te conocen. El entrenador te trata como a un hijo. Las guapas te sonríen, las feas se ocultan a tu paso, avergonzadas. Las notas suben a la misma velocidad que el ego. Eres el mejor.
El gran partido. Finta, esquiva, amaga. Frank esta solo. Un disparo, una oportunidad. Lanza.
Triunfa.
Sucedió al día siguiente, en clase de lengua. Una notita en mi pupitre. “Enhorabuena campeón”, decía. Me gire y allí estaba, mirándome con sus enormes ojos verdes y con la sonrisa más preciosa del mundo. Me levante en medio de clase y me acerque a ella. La profesora me miro con cara de sorpresa pero sin atreverse a decir nada, igual que el resto de la clase. Todos sabían quien era yo, y lo que me debían.
“Mary Sue ¿Vendrás al baile conmigo?”
Fué una noche mágica. Hablamos, reímos y bailamos durante horas. Mary Sue apoyaba la cabeza en mi pecho y yo cerraba los ojos, dejándome envolver por la atmósfera, pensando constantemente en el momento que estaba viviendo, el más feliz de toda mi vida. Ella se acerco a mi oído y me susurro “He de irme. Estaré en mi lecho, esperando a que me hagas tuya.”
Deje que se fuera. Había llegado el momento. Por fin podría hacer realidad la pasión que me había consumido durante tanto tiempo. Fui hasta Nutterville, a buscar a los hermanos Grunke. Eran los chicos más extraños de la zona y sabía que solo ellos podrían ayudarme a llegar hasta Mary Sue.
Pero no lo conseguimos.
Y hoy estamos aquí, enfrentándonos a media vida de encierro. Y todo por amor. Un amor que por culpa de ellos no llegue a consumar. Pero no me importa. Sé donde esta el lecho de Mary Sue, y sé que ella estará allí esperándome. Siempre.
Siempre.
ZASCA Nº11 MÚSICA
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*"Hay solos de guitarra que pesan una tonelada, y baladas que resuenan
como pedos de babuino"*
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Hace 2 semanas
4 comentarios:
qué fuerte!... de primeras pensaba que hablabas de ti...
Podria haber sido el quaterback del equipo de futbol hehe...
inquietante.
Me encanta escribir relatos cortos en primera persona :-)
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